Participé el domingo 26 de mayo en el recorrido que organizó Observatorio de Arte, para visitar a 4 talleres y a 7 artistas. ¡Superó mis expectativas! Es una gran experiencia enriquecerte, directamente de boca de los artistas, de su proceso creador.
Gustavo nos habló de la importancia de la composición y de que la obra exprese lo que es, sin necesidad de que te la tengan que explicar. Fue extraordinario poder contemplar sus más recientes creaciones con total objetividad. Vica, por su parte, nos mostró la manera de trabajar la arcilla y los esmaltes, y cómo reaccionan cuando se les somete al horno.
Nos asombró la temperatura a la que trabaja sus piezas: más de mil grados centígrados, en dos “cocimientos”. También nos explicó cómo se hace la cerámica de Paquimé, y la manera de pintar, con un pincel delgadísimo pero muy largo, las líneas rectas. Suena algo frío, pero debieran verlo en la práctica.
No puedo dejar de comentar que el taller, arquitectónicamente hablando, es bellísimo: luminoso, acogedor. Además, estuvimos muy consentidos con quesos españoles (¡estupendos!), carnes frías, cerveza y degustación de mezcal, lo que se repitió en cada taller, con sus variedades, según la destreza culinaria de cada artista.
Después nos trasladamos a la casa-taller de Mónica y Bruno. Un ambiente totalmente distinto, con libros, variedad de realizaciones, objetos y bocadillos a la venta y lleno de recuerdos, lo que reforzó el ambiente nostálgico que permea su hábitat: medianamente oscuro, abrillantado por la gentileza de ellos dos, con su sabia orientación a su trabajo.
Poco tiempo después llegamos al amplio y luminoso taller de Paloma Torres. Lleno de luz, así como es ella, y con una conversación que abarcó todo tipo de temas. Paloma no solo es una gran artista, sino que te hace sentir a gusto con ella.
Visitamos los tres niveles de su taller, y conocimos la génesis de sus obras. Verdaderamente quedamos convidados a volver y seguir gozando de su plática, su trabajo y el entorno de su quehacer artístico.
Por último, a pesar de una lluvia bárbara, llegamos a la casa y taller de Federico y Roberto, quienes nos dieron una bienvenida calurosa, para compensar el diluvio que caía.
Había visto obras pictóricas hechas por varios artistas, pero nunca que dos seres talentosos hicieran al unísono algo como lo que vimos: pinturas de mediano y gran formato, que en sí mismo son estupendas composiciones, pero que se expanden cuando se les somete a iluminación de distintos colores. Fue como tener siete versiones de una pintura. Pasamos a la convivencia en torno de una mesa decorada con diversos y originales bocadillos, por no hablar de variedades de mezcal, incluyendo uno de [se me olvidó el nombre de la fruta], que es un delicioso coctel.
Lo curioso es que el recorrido lo empezamos con corteses pero fríos saludos entre los asistentes, y lo terminamos bromeando y participando de una conversación simpática, divertida e inteligente a la vez. Observatorio de Arte logró que los desconocidos que iniciamos el recorrido termináramos con la firme promesa de volvernos a ver, para seguir gozando del arte, la gastronomía y la amistad.
José Cervantes
México-Arte